domingo, 19 de abril de 2009

Para tu bala mi pecho



Procurare no manchar tus paredes y ser tan solo, un secreto que llevas...

Quiero regresar a la época donde no existían sentimientos que embriagar ni dolores que sucumbir en el filo de un cuchillo. Aquel tiempo en que la tentación era solo un susurro en las oraciones de mi madre y la culpa mi puño cerrado un domingo en la mañana.

Escucho el clic de la cerradura desatarse a sus espaldas y pausar sus cavilaciones. Podía sentir su perfume a cualquier distancia, era ella. Esbozo una sonrisa y se dio la vuelta. Entonces, con el pelo aun alborotado por el movimiento rápido y alegre ve materializarse el mas grande de sus temores, a mano del mayor de sus pecados.

El impacto metálico en su piel fue tal y como lo imaginaba, frío y feroz, como un mal recuerdo. La onda supo empujarla con delicadeza teatral y la gravedad tirarla con elegancia al piso. No sabia si la agonía la hacia alucinar o le agudizaba los sentidos, pero por dios que podía saborear la pólvora y sentir la caricia del humo de su revolver, como tiempo atrás había sentido las yemas de sus dedos sobre la piel ahora gris e inerte.

Por voluntad logró elevar los parpados y ver su silueta, siempre tan exacta. Bella y oscura, así le llamaba los miércoles en las noches, susurraba eso y miles de promesas que solo evoca quien no tiene mas que ofrecer. Quería abandonarlo todo, ese esposo que conocía mas la bolsa de valores que su cuerpo y esa familia que nunca hizo mas que exigir lo mejor de su cosecha.

Y ella, bella y oscura, seria el saca corchos, el colmo de los males, la jubilación de lo correcto; una delicia. En cambio allí estaba, la conjugación de todos sus males dándole la espalda y lista para ocultar su cuerpo muerto. Justo eso había declarado a su esposo antes de tomar la maleta y abandonarle: Que había conocido a alguien que con su sola presencia podía acallar los latidos de su corazón. Que ironía.

Quería regresar al tiempo donde aun veía escapatoria, donde la detonación de un arma era un chorro de agua tibia en el verano, el amor el beso dulce y la muerte un pariente lejano.

Para mi corazón, tu pecho.

10 comentarios:

mjromero dijo...

Gracias por tu visita a la ciudad.
La vida es un viaje continuo, un ir y venir, un encuentro y un abandono...
saludos.

La Parada Poética dijo...

grata la visita por tu casa

F. K. Woods dijo...

En algun momento tenía que suceder.

Yara González. dijo...

Es extraño, pero poco a poco me voy volviendo adicta a esto, mas por ti, tqm.

Anónimo dijo...

Vaya, que genial tu escrito!
Que gusto ha sido leerte,
voy a hacerlo frecuente.

Gracias por estar en mis pasillos.

Saludos.

Carlos Lucero dijo...

le veo alguna relación con lo que yo publique el 14 de abril...
la diferencia es que lo que yo escribí, es muy malo....y lo quise zafar con una fotito..
saludos...
un gusto, el pasar por acá

gloria dijo...

Quería agradecerte tus palabras en mi sitio (me gustó mucho tu comentario).

A veces hay que tomar la maleta... a veces no hay mayor ironía que la vida.

Un beso, y gracias de nuevo.

Verbo... dijo...

!!Que belleza!!

Te felicito por tener un blog tan bonito.

Espero verte nuevamente por mis senderos, y que puedas compartir con muchos de nosotros.

Saludos ♥

Teamcry dijo...

Hola!
no había pasado por tu blog antes.. te agrego a mis links ;)

Saludos y estaré pasando más seguido.

::Teamcry::

Rolando Escaró dijo...

supongo que las palabras de ella no hicieron mas que coronar lo que en el fondo él ya sabía